El conflicto en el equipo


De acuerdo con el Diccionario de la RAE, el equipo es un “Grupo de personas organizado para un servicio determinado”. En el ámbito laboral, dicho grupo de personas representa una parte importante de los RRHH de la empresa y su correcto funcionamiento dependerá directamente de una adecuada gestión de sus efectivos.
El equipo es una auténtica comunidad de individuos relacionados entre sí que, enmarcados en un contexto determinado — en este caso, la empresa— desempeñarán el rol para el que han sido contratados e interactuarán con otros grupos de interés, así como con los de su propia categoría. Cada pieza del grupo tendrá una serie de cualidades que la definen y la convierten en única, por ello, la relación entre los miembros del equipo debe construirse en base a valores como el respeto, la tolerancia, la confianza y la colaboración y cada uno de los componentes del grupo habrán de empeñar su esfuerzo en ofrecer como mínimo estas premisas. Además, cabe esperar reciprocidad por parte de sus compañeros.
EL CONFLICTO
Las discrepancias son absolutamente normales en ambientes de convivencia continuada como puede ser un puesto de trabajo y estarán motivadas por factores de la más variopinta naturaleza, pudiendo estos ser circunstanciales o causados por elementos de carácter intrínseco como pueden ser las personalidades opuestas, situaciones personales determinadas, etc. El conflicto producido por una posible falta de afinidad entre partes o por un simple desacuerdo entre compañeros constituye un grave riesgo de posicionamiento de actores no implicados directamente, favoreciendo la formación de subgrupos que no conseguirán sino aumentar la distancia entre los mismos y, con toda probabilidad, harán crecer el problema hasta convertirlo en incontrolable.

Un conflicto entre miembros de un equipo de trabajo puede acarrear consecuencias desastrosas para la estabilidad e integridad del grupo y, por extensión, para la productividad de la empresa que se verá afectada en mayor o menor medida por esta circunstancia. Es inevitable que la disensión provoque un desvío de la atención por parte del empleado desatendiendo sus obligaciones en proporción a la gravedad del problema.

Existen numerosas razones que podrán provocar un conflicto entre miembros de un equipo de trabajo, no obstante, aunque sería casi imposible identificarlas todas, sí que podemos mencionar las más comunes, como pueden ser las diferencias salariales para mismos puestos de trabajo o personas de distinto género, ascensos o incentivos a algunos miembros del equipo, relaciones personales entre miembros del equipo, discriminación, acoso, etc.
En cualquier caso, es preciso actuar a la mayor brevedad posible para evitar el efecto “bola de nieve”. Llegamos al punto de la necesaria mediación.
LA MEDIACIÓN
La mediación en el conflicto tiene por finalidad proteger la integridad del equipo y su correcto funcionamiento, así como su propia existencia. En este sentido, el trabajo previo debe ser profundo. Es fundamental conocer a cada uno de los miembros que forman el grupo y entender sus circunstancias (recordemos que somos personas), lo que propiciará actuar con ventaja ante cualquier imprevisto.
Llegados a este punto, es importante detectar lo antes posible el origen del problema y gestionarlo directamente con las partes enfrentadas evitando, por supuesto, un posicionamiento previo al conocimiento de las versiones de los afectados. Serán primordiales los principios de imparcialidad y de “presunción de inocencia”, siendo de vital importancia que los implicados sientan que la mediación en el conflicto supone una acción necesaria y constructiva para la imposición de la razón y, en ningún caso, un juicio contra ninguno de ellos. Una vez determinado el detonante del dilema y estudiada su trazabilidad, es hora de intentar lo más complicado: el razonamiento.

Razonar en según qué casos no será fácil porque, tengamos en cuenta que cada persona ha actuado de acuerdo con su idea de lo que es “cierto”. Lógicamente, en el mayor número de casos, dos partes enfrentadas no podrán tener la razón al mismo tiempo, por lo que una de ellas tendrá que ceder en su causa y reconocer la situación. Aun así, nos hallamos lejos de la solución del conflicto. Toda ola viene con su resaca.
Una vez habiendo razonado las partes, es preciso asegurarse de que el efecto producido es el adecuado. La finalidad de la mediación en el conflicto no es sino eliminarlo y devolver al equipo a la normalidad, recuperar el ritmo de trabajo (si se ha perdido) y alcanzar los niveles óptimos de los valores que antes se mencionaban. La resolución del problema adquirirá su punto decisivo en el momento en el que se hayan de tomar las medidas oportunas, en algunos casos, disciplinarias.



CONSECUENCIAS DEL CONFLICTO Y MEDIDAS ADOPTADAS
Es posible que, una vez realizado el razonamiento tras la mediación se llegue a un acuerdo en el que los miembros implicados acepten realmente la nueva situación siendo lo suficientemente responsables, tanto a nivel personal como profesional, como para resolver y dar por terminado el conflicto. Esto significa que, en lo sucesivo, el enfrentamiento pase a formar parte del pasado y todo vuelva a la normalidad. Pero estas circunstancias sólo podrán darse en caso de que el motivo que ha generado el problema haya sido una causa menor. En caso contrario, si las diferencias surgen por asuntos de mayor gravedad, con toda probabilidad será necesario adoptar medidas disciplinarias o de otra naturaleza, siempre en proporción a la magnitud del agravio.
Este sea, tal vez, el momento más delicado y el más difícil del conflicto, pues las medidas adoptadas por una empresa en estos casos, conlleva una seria consecuencia laboral y psicológica para la persona o personas apercibidas. Dichas medidas se mueven en un amplio abanico que podrá ir desde el simple expediente disciplinario hasta el indeseado despido, pasando por cambios de puesto, suspensiones de empleo y sueldo, etc. Por otro lado, tiene un carácter profundamente ejemplificante para los demás compañeros de la plantilla, que habrán de ver que, además de actuar con total justicia e imparcialidad, también se hará de manera firme, por grave que sea la consecuencia.
CONCLUSIÓN
Los empleados son el principal activo de una empresa; los que realizan las labores necesarias para el desarrollo de la actividad. La presión a la que están sometidos no es baladí, ya que en nuestro sistema laboral se exige una jornada que propicia el desgaste físico y psicológico y el tan temido estrés. El rendimiento puede ser mayor en una jornada más corta, que permita una mejor conciliación con la vida personal y permita desarrollar las actividades propias de los consumidores, cuestiones que harán aumentar la calidad de vida.
El desgaste, sin embargo, propicia las frustraciones y los malos estados físicos y mentales, lo que nos hace inevitablemente más vulnerables. Es fundamental que los miembros del equipo hallen en su puesto de trabajo una zona de confort real que les permita ser felices en su vida personal. Una mejora cualitativa en este sentido reduciría considerablemente los conflictos generados en el ámbito laboral. Tenemos todavía mucho trabajo por delante.

Comentarios