La estrategia para la supervivencia
En un artículo anterior (La adaptación a los nuevos tiempos) hablábamos de la necesidad de adaptación a
la nueva realidad del mercado por parte de aquellos comerciantes que corrían el
riesgo de quedarse fuera del circuito por la irrupción de otros actores de
musculatura superior cuyos tentáculos parecen abarcarlo todo o casi todo. Se
hacía mención a la tendencia a la globalización económica a través del canal
virtual y la reticencia de algunos comerciantes a subirse a ese carro.
Es evidente que las tendencias
evolucionan y, con ellas, los modos de vida de las distintas culturas y
sociedades. El mundo se encuentra en constante cambio y nosotros cambiamos con
él; aunque tal vez no sea esa la afirmación correcta. Puede que lo más acertado
sería decir que los seres humanos nos adaptamos… y sobrevivimos. En este
artículo se reflexiona sobre los puntos clave para no rezagarse y poder
sobrevivir a la normalización del mercado.
Nos encontramos en un
punto de la historia en el que debemos entender que no volveremos a la
situación previa a la crisis iniciada en 2008 (hablábamos de esto en otro
artículo) y lo necesario será asumir que el escenario ha cambiado hacia una
situación que, aunque no definitiva aún, sí que será muy distinta a la que
reinaba entonces. Todo se estabilizará tarde o temprano y, cuando esto ocurra,
quedarán sobre el tablero las piezas que hayan sabido adaptarse. Únicamente
ellas.
Sobrevolando lo que
podemos ver en la actualidad en cuanto al comercio, no existe un solo ser
humano que no maneje un teléfono móvil; de esas personas, un altísimo
porcentaje consulta previamente las páginas web antes de efectuar una compra y,
de estos últimos, un gran número de ellos realizará su compra a través del
canal online. Por otro lado, las entidades bancarias y los propios
distribuidores online facilitan y favorecen la proliferación de formas de pago,
cada vez más fiables y sencillas de utilizar. Se ha creado un caldo de cultivo
propicio para que el consumidor pueda comprar a cualquier parte del mundo sin levantar
la vista de su smartphone.
En este sentido, hay unas
claves que “empujan” al consumidor a utilizar cada vez más el canal online y
que, lejos de lo que pueda parecer, están al alcance de cualquier negocio
local, por pequeño que sea. Invertir en una página web puede suponer
expandirse, vender cruzando fronteras y darse a conocer a nivel global y esto
significa una cosa: Supervivencia.
OFERTA
El canal online es
atractivo al consumidor por la monstruosa oferta de productos de la que puede
disponer. Todos los grandes distribuidores cuentan con un surtido de productos
que cumplen sobradamente las necesidades de casi la totalidad de la población.
Las grandes plataformas de venta online utilizan principalmente
establecimientos físicos con almacén propio que cubren las necesidades de
stock. Además, comienzan a implementar centros logísticos que canalizarán los
envíos hasta el último tramo de la entrega al cliente final.
En los últimos días hice
un experimento. Busqué un producto concreto en la web para verificar que sus
características se adaptaban a lo que necesitaba. Finalmente encontré el
producto en cuestión en varias webs españolas y en otras tantas extranjeras.
Los precios, salvo en una de ellas, era el mismo. La prueba consistió en buscar
el mismo producto —siempre a través de la web— en tiendas de mi ciudad. De las
cuatro tiendas especializadas que existen en ella, ninguna de ellas disponía
del producto (tan solo una de ellas ofertaba uno similar de una gama inferior).
Otra de las tiendas anunciaba que “…si no encuentra lo que busca, ¡llámenos!)
y las otras dos no tenían página web conocida.
La conclusión es que, el
consumidor, ante esta circunstancia y aun con el ánimo de comprar en su propia
ciudad, al no encontrar lo que busca, en un alto número de casos optará por
comprar online a una página de una tienda situada a 500 kilómetros de
distancia. El motivo es que puede hacer la compra desde su móvil, su Tablet o
su ordenador sin moverse del lugar en el que se encuentre.
ESPECIALIZACIÓN
Muchas empresas de ámbito
local han podido salir adelante gracias a su especialización. Se trata de
distribuidores cuyos servicios forman parte de la necesidad creada por el
sistema en el que vivimos, de modo que su existencia es necesaria. Si no
disponemos de la oferta capaz de llevarse el gato al agua, ofrezcamos un servicio
sin el que no puedan continuar. Hagámonos necesarios. Se trata de vender
servicios a aquellos clientes que ya han comprado a alguno de los
distribuidores que habían tomado nota del punto anterior u ofrecer un producto
determinado difícil de encontrar por su concreción, características, público,
precio, etc.
En muchas ocasiones hemos
visto noticias sobre empresas que han dado el salto mundial por comercializar
un producto en el que nadie había pensado antes pero que tiene su utilidad (en
caso de que parezca no tener utilidad alguna, siempre tendremos al fantástico
departamento de marketing).
Este sistema tiene la
virtud de ser capaz de crear necesidades y, en este aspecto, la nomenclatura
será idéntica: crear-la-necesidad.
ATENCIÓN AL CLIENTE y
SERVICIO POST VENTA
Es fundamental que el
consumidor se sienta seguro al efectuar sus compras. En este punto es en el que
todavía ganan los negocios locales y no por su mejor atención sino porque el
consumidor puede reclamar físicamente. Es conocido que los procesos de
reclamación online todavía son complejos y costosos, por lo que generan mucha
desconfianza entre los compradores. No obstante, cada vez las compañías que
potencian su venta online trabajan más este punto y están ganando terreno.
En la actualidad, gigantes
de la distribución online demuestran una gran capacidad de reacción en este
tema, ya que puede suponer la propia supervivencia de la empresa. La
confiabilidad lo es todo y, lo que es seguro es que si un consumidor tiene una
mala experiencia en la Atención al Cliente o en el Servicio Post Venta, no
volverá a comprar a esa tienda online.
LOGÍSTICA
Por último, siempre digo
que en la actualidad el servicio de entregas es un punto más de la calidad
final del producto. El cliente paga por un producto, por su utilidad, por su
calidad y también por su plazo de entrega. Teniendo en cuenta la oferta de
género en la actualidad, no cabe duda que el cliente se decantará por aquella
empresa que sea capaz de entregar su producto deseado en el menor tiempo
posible. Sin duda es un factor a tener en cuenta. Sin ánimo de entrar más en
profundidad en temas logísticos, ya que es un asunto de mucho más calado de lo
que pueda parecer, me quedaré con los plazos de entrega únicamente ya que
existen múltiples factores que dotarán de calidad a la empresa, el servicio y
al propio producto.
Esto es imparable. La
conclusión es que todos se pueden acoger al calor que puede proporcionar la red
sin verse condenados al cierre. Es cuestión de voluntad y saber qué queremos y
hasta donde podemos llegar. La verdad es que es apasionante afrontar las
adversidades actuales, que las hay, y no morir en el intento. Poder decir al
final “Lo hemos conseguido”, no tiene precio.
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